viernes, 21 de julio de 2023

El fino arte de retirar escolopendras de la espalda

Quiero compartir con ustedes una curiosa analogía que surgió en mi mente, una que nos invita a pensar en cómo enfrentamos ciertas situaciones en la vida.

En una de esas mañanas, mientras me preparaba para asistir al trabajo, me vino a la mente la palabra "escolopendra". Recordé algún documental que había visto en algún momento, y de inmediato quise saber más sobre ellas. Resultó que las escolopendras son una familia de ciempiés, esos insectos con muchas patas que se parecen a gusanos. ¿Qué pasaría si tuviera una de ellas en la espalda? Claro, suena absurdo, pero esta situación me llevó a una reflexión más profunda: ¿qué haría si tuviera que cargar con todo el dolor de los demás sobre mis hombros? Usando la picadura de estos bichitos como una metáfora, ¿cómo enfrentaríamos ese dolor que queremos asumir como propio?

Es común que en ocasiones sintamos la necesidad de cargar pesos innecesarios, problemas que no nos corresponden o incluso queramos rescatar a otros de sus dificultades. ¿Pero acaso es nuestra responsabilidad resolverlo todo? ¿Nos hacemos daño al intentar salvar a alguien de sí mismo o afrontar tareas que están más allá de nuestros límites?

La lección que encontré en este peculiar ejercicio de imaginación fue la importancia de movernos despacio, con cautela, para no agitar al bicho y evitar que nos pique. En la vida, a veces necesitamos darnos una pausa para tomar decisiones más acertadas y no apresurarnos ante situaciones difíciles.

Si las picaduras de estos insectos duelen mucho, imagina lo que puede ocurrir si cargamos con más de uno. ¿Cuántos problemas y cargas llevamos diariamente sobre nuestros hombros? ¿Es realmente necesario llevarlos a todos lados y todo el tiempo?

En lugar de llevar una escolopendra tras otra, tal vez lo más sabio sea aprender más sobre estos ciempiés. Reconocer cuáles son venenosos y cuáles son inofensivos, cómo manipularlos con cuidado para retirarlos sin sufrir percances. Incluso podríamos perderles el miedo, aprendiendo a manejarlos con destreza y compartir ese conocimiento con otros para que también puedan liberarse de sus propias cargas.

Así que te invito a reflexionar conmigo: ¿estás dispuesto/a a llevar una escolopendra en tu espalda? ¿O preferirías aprender a retirarlas con sabiduría y soltura cuando sea necesario? 

sábado, 15 de julio de 2023

Abordando el Duelo: Reflexiones sobre la Pérdida y el Consuelo

 


Recibí un mensaje muy especial a mí correo recientemente:

"Hola, doctor! ¿Cómo estás? Me gustan mucho tus correos y me han servido de terapia. Recientemente perdí a un ser querido. ¿Podrías hablar del duelo? ¿De esa sensación de angustia al pensar en tu vida sin ver físicamente a esa persona? ¿Del consuelo? ¿Dónde buscarlo? ¿En qué creer? Me ayudaría una reflexión al respecto. Muchas gracias."

Antes que nada, deseo expresar mi más profundo agradecimiento por la confianza y la apertura que este mensaje refleja. Sus dudas, inquietudes y comentarios son la esencia y el propósito de este blog.

El duelo es una experiencia difícil y compleja. Todos quisiéramos tener un manual que nos guíe paso a paso a través de este proceso, pero la realidad es que no existe. Cada duelo es personal y único. Ya sea que estés lidiando con la pérdida de un hermano, de una madre o de un amigo, cada experiencia es distinta. Y las circunstancias que rodean estas experiencias también varían.

No obstante, hay algo que debes recordar, por doloroso que pueda parecer: el duelo es transitorio. En medio del dolor, es común pensar que este sentimiento durará para siempre. Pero, te aseguro que el dolor disminuye con el tiempo. Día tras día, los recuerdos dolorosos se transforman en añoranzas y luego en fuentes de alegría. Los sueños con nuestros seres queridos cambian de sabor, de amargos a reconfortantes. Y al contar sus historias, las lágrimas dan paso a las risas.

Una vez vi una imagen en Instagram que representa de manera muy acertada lo que sentía frente a la pérdida. La imagen mostraba a un hombre atravesando una tormenta en medio del mar. Su bote naufraga y él se sumerge en la oscuridad del océano. En medio de la confusión, la angustia, el miedo y la tristeza, parece ser arrastrado hacia el abismo. Pero, de repente, abre los ojos y está flotando nuevamente en la superficie, bajo el cálido sol de un nuevo día. Esta imagen me recuerda lo natural que son nuestras emociones frente a la pérdida, y cómo nada es permanente.

Desearía poder ofrecerte una fórmula mágica para superar este desafío, pero la realidad es que no la hay. Cada uno debe recorrer su propio camino a su ritmo. Algunos duelos duran días, otros más tiempo. Sin embargo, es vital recordar que no estás solo. Compartir tus emociones con las personas que te aman siempre será beneficioso. Intenta recordar los buenos momentos; a menudo nos enfocamos en los malos, o en los últimos momentos que compartimos con nuestro ser querido, lo que solo refuerza nuestra tristeza. Recuerda, tú tienes el control de tus pensamientos. Y, como alguien alguna vez me dijo: “Solo el amor vence a la muerte”. Ese amor que sientes hoy es real, es palpable, y llegará el momento en que sepas dónde colocarlo.

Mi deseo más sincero para ti es que pronto puedas resignificar tu perdida, es decir, darle sentido y encontrar un lugar para depositar todo ese amor que estás sintiendo en este momento.

Recuerda, no estás solo.

Un abrazo, Miguel

miércoles, 5 de julio de 2023

El Arte de Estar Presente


Enfoquemonos en dos palabras aparentemente sencillas: "Estar presente". A primera vista, parece una tarea fácil, simplemente estar aquí y ahora. Sin embargo, es un desafío mucho más grande de lo que podrías imaginar. Hay incluso religiones donde sus practicantes dedican años enteros a dominar este estado de conciencia.

Me gustaría compartir una de mis historias favoritas sobre este tema, de origen budista. Aunque no recuerdo cada palabra ni todos los detalles, la esencia de esta historia tiene un significado profundo y relevante que quiero transmitir.

Esta narración comienza con un maestro y su mejor discípulo. El maestro dedicaba sus días a meditar en lugares serenos y apartados, y su discípulo fielmente lo seguía en estas enseñanzas. Un día, sin embargo, el discípulo decidió partir en un viaje de conocimiento. Se matriculó en las universidades más prestigiosas, se empapó de sabiduría de eruditos y amasó una gran cantidad de conocimientos. Después de varios años, regresó a su aldea y se reunió con su maestro.

El discípulo, hinchado de orgullo por sus logros académicos, compartió todo lo que había aprendido. Una vez que terminó su relato, preguntó al maestro, algo arrogante: "¿Y tú, maestro, qué has aprendido durante todo este tiempo?" El maestro respondió con tranquilidad: "Aprendí a dormir cuando duermo, a comer cuando como y a sentarme cuando estoy sentado". Frente a esta respuesta, el discípulo sintió una profunda vergüenza y solicitó humildemente que el maestro le volviera a enseñar.

El corazón de esta historia aborda numerosos temas, pero quiero que nos centremos en la lección más relevante: la capacidad de "estar presente". A menudo, nuestra mente está en todas partes, menos en el momento presente. Si observas a las personas que te rodean, verás que la mayoría está inmersa en sus redes sociales, bombardeada por un sinfín de estímulos y atrapada en un mar de pensamientos que las arrastra hacia el futuro o el pasado, sin permitirles vivir el presente.

Te invito a hacer una pausa en lo que estás haciendo. Respira profundamente, siente tu cuerpo, la piel y su contacto con tu ropa, y con la superficie sobre la que estás leyendo este artículo. Observa tus pensamientos, pero no te enganches a ninguno de ellos. Sólo sé un espectador y sonríe, estás viviendo tu presente. Este es un momento para disfrutar, algo que no hacemos con suficiente frecuencia.

Siempre que lo desees, puedes regresar al presente, liberarte de las cargas del pasado y de la incertidumbre del futuro. Después de todo, como nos enseña la historia, la verdadera sabiduría reside en la capacidad de "estar presente".


 

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