viernes, 2 de mayo de 2025

Cuando la rabia no destruye… transforma.

 


Hay personas que, cuando se rompen, se apagan. Y otras, como Shakira, hacen temblar el mundo con una canción. Después de la infidelidad de Piqué, pudo haberse escondido, quedarse callada, tragarse el dolor como tantas veces se espera de una mujer pública. Pero eligió otra cosa. Eligió hablar. Y no lo hizo con lágrimas —al menos no en cámara—. Lo hizo con ritmo, con ironía, con fuego. “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan.” Una frase que parece chiste, pero que es mucho más que eso. Porque la rabia, cuando se reconoce, no tiene por qué ser destructiva. Puede ser creativa. Puede ser el comienzo de una nueva identidad. Lo que más conmovió de esa canción no fue el escándalo… fue que millones de personas la sintieron suya. Porque cuando te traicionan, lo último que querés escuchar es “tenés que calmarte”. A veces, no se trata de calmarse. Se trata de canalizar. La rabia no es una señal de debilidad. Es una señal de que algo importante para vos fue violentado. Y a veces, como hizo ella, transformar ese enojo en acción, en arte, en fuerza… es la forma más alta de sanar. No tenés que ser cantante. Solo hace falta un espacio donde lo que sentís pueda existir sin censura. Donde no te juzguen por estar enojada. No para apagar tu fuego… sino para que no te consuma. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Y si el silencio no fuera tu enemigo...

  En 1965, John Cage —sí, el músico loco que hizo una pieza de cuatro minutos y treinta y tres segundos de absoluto silencio— fue a una cáma...